#LodeHoy · Gonlaço Guedes

afición, fichajes, opinión

10 meses después, parto limpio. Como sus cabalgadas por banda izquierda, irrumpió el anuncio oficial de la adquisición más cara en la historia del Valencia CF. El de Benavente vestirá de blanquinegro esta temporada y la hinchada che pudo descansar al ponerse punto y final al culebrón del verano. El fichaje más esperado de los últimos años se desvistió de frustración como en otras ocasiones para engalanarse de fallera mayor. Y claro, el ambiente de mascletà se palpa aún en los mentideros sociales. El humo resultante huele a victoria. A sentirse un poquito menos intimidados por los depredadores del mercado. Cartera y voluntad han sido los ingredientes de la exitosa receta. Que ni mágica ni maestra, solamente se han juntado el hambre —necesidad de traer un fichaje mediático y que encaja perfectamente en el engranaje del míster— y las ganas de comer —a día de hoy el jugador no encontrará mejor simbionte para su carrera—.

Una de las principales premisas de Peter Lim era formar un equipo con la mayor cantidad de jugadores de primer nivel como vía para subsistir en la élite europea, a la postre el agente acaudalador —quien paga la fiesta, vamos—, y así generar recursos para aglutinar cimientos suficientes para intentar alcanzar la todavía remota sostenibilidad y autonomía financiera de la sociedad regentada por Meriton. Con la compra del atacante portugués se materializa la filosofía de esa promesa, se consigue dotar de visibilidad a un club opaco en el viejo continente y supone un chute vitamínico para el plantel. Por contra, y aunque desde el prisma contable tiene un coste viable, me parece una operación demasiado elevada —numéricamente (50/57) y por el inherente riesgo que conlleva— para el club. Y más en este momento de pérdidas acumuladas en los ejercicios económicos, minoradas a través de la venta de los jugadores más cotizados —el ardid más viejuno del terreno, pero con caducidad contingente—, siendo los ingresos Champions tu principal soporte vital para afrontar los compromisos de pago y sustentar el actual coste de plantilla, engordado respecto a la temporada pasada. El fichaje del ‘7’ no lo paga el magnate singapurense, sino el Valencia. Con su dinero prestado  —habrá que devolverlo, en metálico o en especias (acciones)—, pero el gasto le contabiliza al club. Aunque es de recibo reconocer que sin ese apoyo financiero este fichaje de relumbrón jamás se podría haber consumado. Fichajazo. Y aventura. A partes iguales.

Una vez tocada la arista económica, la que menos suele importar por estos lares, qué decir de la bala lusa: reúne condiciones y talento bastantes como para estallar a máximo nivel y convertirse en jugador franquicia de este Valencia marceliniano. El fútbol lo mueven los aficionados, y estos están encantados con su llegada en propiedad. No seré yo el que martillee con ánimo de cercenar este presente de ilusión y creencia en un ambicioso proyecto deportivo. Toca saborear el momento, en mi caso de euforia contenida, ya habrá tiempo de criticar o pedir el VAR económico en junta general si la administración no midió como debía al gestionar de modo irresponsable o no aporta, dado el caso, el salvavidas que socorra a la entidad. Mientras tanto, el VCF ya ha marcado un gonlaço por la escuadra con Guedes. Ya veremos si sirve para ganar la partida. Y si se sufraga su alta inversión con la consecución de logros deportivos e incremento de consumibles.

#LodeHoy • Ordinaria junta

directiva, opinión

Qué ordinariez lo del viernes. No me quiero imaginar las extraordinarias. Átense los machos. Los que genérica e infaustamente hierran a la militancia como quien se toma excedencia diplomática de forma discrecional y pretenden someternos a un training day a base de (no)editoriales fasciculados con cierto deje layhoonista, se subieron a la parra fuera de lugar, momento y forma, sacando a pasear la ralea de Meriton. De seguir con esa tendencia, en clandestinidad en el sótano de la vergüenza estos dos últimos años, no acabarán por incardinarse en el valencianismo ni para la inauguración del Nou Mestalla. Por muchos millones que pongan. Y hablando de «poner», quizá sería recomendable ser algo precisos y discernir inversión -adquisición acciones y posterior ampliación que en un futuro podrá redituar o no- y dinero prestado, a bajo interés eso sí, que terminará recuperando antes o después, de mecenazgo -pasta a fondo perdido-, lo cual no ha habido. Por poner los puntos sobre las íes a frases que alguien espeta con el pecho hinchado en foros trascendentes de índole circunspecta.

Desde que la administración singapurense se compró el derecho a ser un rodillo decisorio -rascándose el bolsillo, conste-, algo que siempre ocurre cuando alguien amasa la mayoría accionarial, las juntas de accionistas han pasado a ser una convocatoria en la que te sientas a observar las caras de los distantes consejeros, escuchar un discurso introductorio, tener la oportunidad de dirigirte -de modo limitado- a los gobernantes y, por último, ver aprobados todos y cada uno de los propósitos recogidos en los puntos del día. Una cita cada vez menos interesante y más prescindible en la agenda valencianista. El ruido que provocó la corroboración del infame comunicado en palabras del presidente ha hecho que pase de soslayo para mí lo más importante de la junta: no se dieron respuestas concretas a las múltiples e interesantes preguntas que plantearon los pocos asistentes. Solo pequeños trazos difusos pintados sobre un lienzo abstracto y directamente pasapalabra sobre otros interrogantes embarazosos. Y no pasa nada, suena el pitido final y se marchan de allí sin rendir cuentas de verdad ante los accionistas y sin desarrollar la hoja de ruta estratégica. Pues muy bien. Buena simiente para el éxito del Área Afición. Una última cosa para el Sr. Murthy, alguien que ha pasado de indiferente a malquisto: hay algo más importante que el transitorio cargo que ostentas como gracia; la gratitud de las personas que son el corazón y sustento de la empresa que tienes el privilegio de representar. Algo que no está en venta ni lograrás granjearte a golpe de notas arbitrarias.

#LodeHoy • Desnaturalización contractual

cantera, opinión

Joya que emerge, problema y debate al canto. No falla. Es la liturgia de Paterna en los últimos tiempos. Me gusta que criemos a chavales que despuntan y representan al Valencia en torneos internacionales. Enorgullece fabricar jugadores que llaman la atención de los transatlánticos de España y Europa. Tranquiliza comprobar que en la Academia se están haciendo las cosas bien al disponer de gente capacitada para detectar el talento nato, modelar el producto bruto y catapultar a los elegidos. Un árbol que da fruto es el mejor síntoma de la buena salud que goza nuestro prolífico vivero.

Lo que no me termina de convencer es la resolución contractual adoptada por el club. Como es el caso del prometedor Ferran Torres. El extremo de Foios, así como su entorno y agentes, saben perfectamente que la notificación de otorgarle dorsal de primera plantilla -algo inédito en un juvenil que amasa apenas 8 partidos con el filial y sin debutar siquiera en el primer equipo- a partir de 2018 responde únicamente a imperativo contractual. Por ninguna otra razón más. Ha sido la manera improvisada de atarlo en corto e intentar espantar moscas al percatarse de que llegaban tarde. Una vez más. Si la apuesta hubiese sido netamente deportiva, lo que viene siendo tener claro que el jugador ya había quemado todas las fases necesarias para dar el salto definitivo, habría sido seleccionado este verano e integrado como un Nacho o Lato más (y con dorsal de filial). Pero no. Hasta hace pocas semanas solo los que siguen el día a día de las categorías inferiores ches eran conocedores del potencial que atesora el internacional sub-17. Sin embargo, Ferran ahora copa nuestra actualidad a golpe de trending topic y el ansia viva de muchos está generando unas expectativas casi a la altura de casos excepcionales como la irrupción de Guedes. Observen sus credenciales -17 años y 0 minutos en la élite- antes de cometer irresponsabilidades poco o nada coadyuvantes a su futuro.

Decía que no me convencía la manera de actuar con el canterano porque la ejecución unilateral vía burofax -habrá cosa más aséptica que eso- de sus condiciones contractuales tiene varias connotaciones susceptibles de perturbar el normal desarrollo de un jugador en plena fase adulta de crecimiento. Por hacer. Por limar. Por cuajar. Fundamentalmente la de cercenar su radio de acción a partir de enero, cuando le tramiten la ficha federativa y escoja dorsal, privándole de los minutos y protagonismo necesarios a estas edades al quedar inhabilitado para jugar con el filial. Se le arrebatará la posibilidad de seguir sumando cuando no entre en convocatoria. Una decisión taxativamente incomprensible, se mire por donde se mire. Va contra natura. Y va porque se le podía haber promocionado deportivamente de igual modo sin llegar ya no a saltarse, sino despojarle de las etapas naturales de su evolución, las cuales podrían revolverse en forma de contingencia que habría que parchear sobre la marcha. Pero habiendo menoscabado su camino por prematuridad contractual, lo que refleja impericia en los despachos. Ya sea por (des)control de los tiempos, ya sea por no saber resolver una promesa heredada. La apuesta sin precedentes -ni siquiera fenómenos como Silva o Carlos Soler subieron de esta forma y a esa edad- no se ha orquestado con la ortodoxia y circunspección que, bajo mi punto de vista, requería este ascenso. Y por lo que se desprende en los medios, parece ser el proceder a seguir por la dirigencia en próximos casos, contraviniendo el buen criterio del actual máximo responsable de la cantera. El cual solo vela por maximizar el desarrollo de sus pupilos ajeno a la casilla contractual. Esa que desvirtúa situaciones y puede poner en riesgo activos de la entidad.